viernes, 11 de enero de 2008

PERSISTENCIA DE LA MEMORIA

Persistir en la amorosa investigación que nos lleva a los orígenes de nuestra configuración como nación es un desafío que , aún ahora, a medias llevamos cumplido y que requiere de nuestra obstinación permanente.
Descendientes en mayoría de europeos bajados de los barcos, la dualidad en la pertenencia es y ha sido un debate no menor en la construcción del ser argentino y la pregunta es cuánto han contribuido poetas, escritores y ensayistas a mantener vivo este interrogante y tratar de darle respuesta.
En principio es menester preguntarnos cuánto tenemos de extranjeros en nuestra propia tierra, sabiendo que los territorios que formaron los virreynatos de toda la America del Sur estaban habitados por pueblos originarios cuyo grado de cultura superaba en muchos casos los conocimientos de los europeos.
A estos pueblos, que sólo se entregaron cuando la superioridad numérica, armamentista, el engaño y el sometimiento por el tormento los dejó exhaustos en su resistencia, todavía no les hemos pagado la deuda, antes bien la incrementamos con hechos tan terribles como la campaña del desierto, sostén de las políticas económicas de la oligarquia agricolo ganadera y el ninguneo a que los hemos sometido a lo largo de nuestra historia, empeñados a volver los ojos anhelantes hacia las grandes capitales.
Las expresiones artísticas de las culturas originarias fueron desconocidas sistemáticamente por la cultura oficial y reducidas a un rincón en los manuales.
La cultura de Aguada, por citar una ejemplo, la más antigua de nuestro país, de una riqueza comparable a la de los egipcios, está siendo desempolvada al conocimiento general setecientos años después de su período de esplendor y los escasos testimonios que de ella permanecen permiten reconstruir un mapa donde queda expresado el altísimo valor estético alcanzado.
Uno de los registros más antiguos en la provincia de Santa Fe aparece con el nombre de Florian Paucke, un jesuita que, desdeñando un destino más promisorio en la ciudad de Cordoba, se afincó durante 18 años con los indígenas mocovíes de la zona del Rio San Javier, al norte de la provincia.
Rescatamos su nombre a la memoria, por cuanto la misión de los jesuitas en nuestro territorio estuvo muy alejada de la evangelización por la espada, y este austríaco, escritor y músico, fundamentado en el espíritu de la dignidad humana, realizó una tarea de sincretismo cultural que es menester revalidar: comenzó por enseñarles flauta y violín, por transmitir las normas para la fabricación de instrumentos –no des peces, enseña a pescar- por enseñarles tareas del campo para mejorar los resultados y simultáneamente hacía esfuerzos por aprender el idioma de los mocovíes de tal manera que,a su regreso a Europa, luego de la expulsión de los jesuitas , de escribir una extensa obra donde daba cuenta pormenorizadamente de flora, fauna y costumbres de los mocovíes, incluyó un diccionario bilingüe mocoví castellano con mas de 200 vocablos y oraciones con su traducción.
Producida la expulsión del territorio, en 1778, y de regreso en Europa, iniciò Florian Paucke su trabajo, en el que, merced a su memoria detallistas, logrò recrear en detalle la vegetación y la composición del mundo animal de los parajes cercanos a San Javier., aùn a sabiendas de que seria evaluado con recelo por los ambientes del conocimiento. Estos textos, a hoy, son el mas valioso documento escrito sobre condiciones de vida de mocovies y abipones, comunidades que habitaban desde el Rio Salado hasta el Pilcomayo, descriptivo de sus usos, costumbres y creencias y contiene un minucioso relevamiento de los trabajos realizados en comunidad con los indígenas.
Para ilustrar el desatino en las políticas oficiales que parecen ser caractristicas de nuestra formaciòn , basta echar una mirada sobre el momento en que Florian Paucke s e despide de la comunidad: la comitiva estaba compuesta por seis carretas, iba un misionero en cada una, acompañados por seis soldados y un oficial, un soldado por sacerdote (en este punto, cualquier referencia a historias recientes no es casualidad) detrás dos carretas más iban llenas de obsequios que los mocovies prepararon para los misioneros y existia prohibición de hablar con los expulsos. Detrás, una magnifica escolta multitudinaria de mocoviés montados, que acompañaron a la comitiva desde San Javier a Santa Fe y desde allí hasta el entonces Pago de los Arroyos, que no es otro que la ciudad de Rosario, donde el sacerdote, conmovido, logró convencerlos de que regresaran. El cacique Domingo, gran amigo de Paucke, al despedirse dirà en castellano claro, en tono crítico: “¿Sois vosotros seudocristianos o habeis vivido solo con el engaño de defraudar a nosotros? Tened cuidado: yo conozco bien vuestros actos de amistad que nos habeis brindado después que nosotros nos hemos sometido a la cruz, vosotros no nos habéis sometido a la cruz, vosotros nos nos habéis sometido a la espada, nuestros padres nos han dominado con la Cruz del Salvador, por eso NO hemos llegado a ser vuestros esclavos.”
En la persistencia de la memoria cito aquí a un investigador santafesino, Jorge Campana, quien ha rescatado en Ediciones Culturales Santafesinas, la gesta de Florian Paucke.
El historiador Edmundo Wernicke fue el primer traductor de las obras de Paucke, cuatro tomos que llevan por título “Hacia allá y para acá” , que resulta ser la síntesis de una larga frase que fue traducida así: hacia allá fuimos amenos y alegres, para acá volvimos amargados y entristecidos.
Y ésta parece haber sido nuestra genealogìa: atravesar el mar, revulsivo territorio donde se han cruzado en idas y vueltas, las generaciones.
Mucho más acá en los tiempos, se producen en la pampa gringa, las oleadas inmigratorias.
Rusos, alemanes, húngaros, españoles, italianos, sirios, judíos, todas los pueblos de Europa
concentrados en un territorio que apenas excede a la superficie de Italia.
En este tramo de la historia, los poetas de la pampa gringa han sabido extraer los jugos nutricios de su experiencia a campo abierto, plasmándolos en poesìa..
A la mezcla de sabores lingüísticos, al entrecruzamiento heterogéneo de las costumbres, es que se dirigen las voces de los poetas y aquellos pioneros aparecen plasmados en una línea poética que persiste en reivindicar la gesta.
En este punto, la poética de José Pedroni es insoslayable.
José Pedroni naciò en Galvez, un pueblo de la provincia de Santa Fe, en 1899. Su trabajo estuvo enteramente dedicado a reflejar la vida y las historias de los pueblos pequeños de la pampa gringa, atravesadas por el prisma de la poesìa.
Ningún detalle quedò fuera de su observación y exaltación a travès de un lenguaje empeñado en tramar estas historias mínimas con los grandes sucesos de la Humanidad.
Hijo de inmigrantes, laboriosos, hermano entre once, compartiò su infancia y adolescencia con las tareas de albañil al lado de su padre, la asistencia perfecta a la escuela, las lecturas,
los poemas que iban surgiendo desde un surtidor interior y las memorables correrìas por el pueblo, momentos que teñirán gran parte de su discurso poético.
Interesado en la solidaridad, en el bien comùn y en las luchas de los pueblos, es el artista por antonomasia de esa porciòn del territorio santafesino, pero con una voz que trasciende cualquier localización geográfica, para ser universal. El “hermano luminoso” al decir de Lugones sostenìa que “el poeta tiene una función muy importante que desempeñar::sostener el corazón del hombre. Creo que las canciones sostienen màs que las arengas, como los cielitos beligerantes sostenìan el alma del gaucho. El Ave Marìa es un poema de elevación, pues el hombre necesita del canto para vivir. No hay que olvidarse que el poeta es un ser històrico que acompaña al hombre. La poesìa viene de los hontanares del ser y se enoja cuando se hace deliberadamente: el pecado del poeta nace cuando siente la necesidad de decir algo y no lo dice.”

Marisa Chazarreta - Rosario - Santa Fe - Argentina

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